LAS IMPLICACIONES DE LAS MEGATENDENCIAS EN LAS COMPETENCIAS
UNIDAD III
Este capítulo explica cómo una gran cantidad de megatendencias, como el cambio tecnológico, la globalización y los cambios demográficos, están provocando que las competencias sean cada vez más importantes para tener éxito en el mundo actual. Estudia las implicaciones combinadas de esas megatendencias, incluidas las implicaciones en las competencias necesarias para tener éxito en el futuro, la necesidad de un enfoque de aprendizaje a lo largo de la vida, la necesidad de garantizar oportunidades y resultados más equitativos, y la necesidad de hacer un mejor uso de la tecnología como vía de aprendizaje.
El mundo está cambiando a gran velocidad y transformando las competencias necesarias para tener éxito en el mundo actual
Las megatendencias, como los avances tecnológicos, la globalización, el envejecimiento de la
población y las migraciones, se combinan para aumentar y transformar las competencias necesarias
para progresar en el trabajo y en la sociedad. Las competencias en cuyo desarrollo invierten
los países y la forma de usarlas pueden ayudar a superar los desafíos que estas megatendencias
platean para el crecimiento económico y el bienestar social, y, al mismo tiempo, pueden ayudar
a aprovechar las oportunidades que muchas de estas megatendencias presentan para reformar
nuestro mundo de una manera positiva.
Desde 2012, la OCDE se ha embarcado en una ambiciosa agenda para comprender mejor esas
megatendencias y lo que significan para las competencias que serán necesarias para tener éxito en
el trabajo y en la sociedad, así como para saber cómo y cuándo se pueden desarrollar y usar mejor
esas competencias para promover los objetivos económicos y sociales de los países. Este resumen de
las implicaciones de esas megatendencias en las competencias clave se ha basado en los siguientes
trabajos realizados por la OCDE desde 2012:
• Encuesta sobre las Competencias de los Adultos de la OCDE (Survey of Adult Skills)
• Proyecto de la OCDE Going Digital
• Base de datos de Competencias para el Empleo de la OCDE (Skills for Jobs Database)
• Estrategia para el empleo de la OCDE de 2018 (2018 OECD Job Strategy)
• Iniciativa El futuro del trabajo (The Future of Work)
• Estrategia de Innovación de la OCDE (OECD Innovation Strategy)
• Marco de acción política de la OCDE en materia de Crecimiento Inclusivo (Framework for Policy Action on Inclusive Growth)
Las megatendencias están haciendo que las competencias sean más importantes que nunca para el éxito económico y el bienestar social
El desarrollo de las competencias adecuadas y su uso eficaz es fundamental para el éxito económico y el bienestar de las personas. Los datos recopilados por PIAAC muestran una correlación positiva entre las competencias y los resultados obtenidos en el mercado laboral. Los adultos con un nivel competencial alto suelen tener más posibilidades de conseguir un trabajo y, cuando lo tienen, de ganar salarios más altos (OECD, 2016[8]). Las competencias también son fundamentales en la capacidad de las personas de participar plenamente en la sociedad, así como en su cohesión. Como se muestra en el gráfico 3.1, las personas con más competencias cuentan con un mayor nivel de confianza, participan de forma más activa en los procesos democráticos y en la vida en comunidad y gozan de una mejor salud (OECD, 2016[9]).
Al combinarse, las megatendencias están generando presión para que las personas desarrollen competencias nuevas y de mayor nivel, así como para que sigan actualizándose a lo largo de la vida y usen sus competencias con mayor eficacia. Muchas de estas megatendencias también están creando oportunidades para que las personas con las competencias adecuadas transformen de manera proactiva nuestras economías y nuestras sociedades para mejorarlas. Las políticas adecuadas pueden transformar los desafíos en oportunidades al capacitar a las personas con las competencias necesarias para progresar en este mundo, cada vez más interconectado y cambiante.
Transformación digital
Las tecnologías de la información y la telecomunicación (TIC), los avances en inteligencia artificial (IA) y la robótica están cambiando por completo la forma de pensar, de comunicarse y de vivir de las personas. En la actualidad, muchas utilizan habitualmente herramientas digitales como ordenadores, teléfonos inteligentes y tabletas, tanto en el trabajo como en la vida diaria. En 2015, el 57 % de los trabajadores de la Unión Europea (EU28) utilizó de forma habitual un ordenador o un teléfono inteligente en el trabajo, un aumento de veinte puntos porcentuales con respecto a una década antes (Eurofound, 2017[11]). Incluso para aquellas personas que no utilizan las TIC en el trabajo, la naturaleza de tu trabajo está cambiando, ya que algunas tareas están automatizadas. A medida que los gobiernos se digitalicen para mejorar la eficacia y la eficiencia, las personas necesitarán competencias digitales para acceder incluso a servicios públicos básicos.
La digitalización trae consigo enormes posibilidades económicas. Las tecnologías digitales pueden generar ganancias de productividad, estimular el crecimiento y crear nuevos puestos de trabajo. Pueden aumentar la satisfacción de algunas ocupaciones al permitir que los trabajadores se centren cada vez más en tareas no rutinarias, como la resolución de problemas y otras actividades comunicativas más creativas y complejas. Las tecnologías digitales pueden hacer que las personas de todo el mundo puedan llevar sus ideas al mercado con mucha más facilitad, lo que aumenta las oportunidades de emprendimiento. Las tecnologías digitales también han permitido el auge de la «economía de plataforma», en la que compañías como Airbnb, Baidu o Uber han introducido nuevas formas de crear valor, trabajar y socializar.
Las nuevas tecnologías también tienen la posibilidad de transformar los sistemas de educación y mejorar los resultados de aprendizaje. Algunos modelos pedagógicos nuevos que cuentan con apoyo tecnológico han demostrado ser eficaces para promover la colaboración y mejorar tanto la participación y la motivación del estudiantado como sus competencias (OECD, 2016[12]). De forma similar, las plataformas y laboratorios en línea facilitan el uso de evaluaciones formativas y permiten una enseñanza orientada, al tiempo que reducen el coste de acceso a los servicios educativos. Sin embargo, las conexiones entre estudiantes, ordenadores y aprendizaje no son sencillas ni innatas (OECD, 2015[13]). De media, los datos de PISA no muestran mejoras apreciables en el rendimiento de los estudiantes en lectura, matemáticas o ciencias en los países que más han invertido en TIC para educación. De hecho, lo que es más interesante es que parece haber una conexión bastante débil entre la adquisición de competencias digitales relevantes (como poder filtrar las fuentes relevantes y fiables de una gran cantidad de información) y la intensidad del uso de Internet en los centro educativos (OECD, 2015[13]).
Al mismo tiempo, existen ciertos temores sobre las consecuencias de la digitalización para las oportunidades del mercado laboral, así como para la privacidad y la seguridad personal. La naturaleza de muchos trabajos cambiará y muchos otros desaparecerán como resultado de la automatización. Las tecnologías y los medios de comunicación digitales también facilitan la distribución de noticias de todo tipo, incluso noticias falsas, nos exponen a la amenaza de la información y al robo de identidad y exponen a la juventud de todo el mundo al acoso a través de Internet.
Implicaciones de la transformación digital en las competencias necesarias para el éxito económico
El trabajo realizado por la OCDE basado en PIAAC sugiere que en los países que participaron en la encuesta, de media, alrededor de un 14 % de los trabajadores corre el riesgo de que su trabajo se automatice y otro 32 % se enfrenta a cambios significativos en las tareas de su empleo debido a la automatización (gráfico 3.2) (Nedelkoska y Quintini, 2018[14]).
Sin embargo, existen incertidumbres significativas sobre el impacto que tendrá la tecnología en las competencias necesarias para los trabajos del futuro. Informaciones recientes muestran que la brecha entre lo que se requiere en los trabajos y lo que las máquinas pueden ofrecer se está reduciendo. Por ejemplo, el 62 % de trabajadores de países miembros de la OCDE emplea competencias lectoras en su puesto de trabajo a diario, pero a un nivel al que los ordenadores ya están muy cerca de llegar. (Elliott, 2017[15]).
Las estimaciones del número de trabajos potencialmente automatizables pueden no corresponderse con el número de trabajos que se van a automatizar, ya que la decisión de adoptar ese tipo de tecnología que ahorre en mano de obra depende de una variedad de factores, como las consideraciones económicas, legales, éticas y sociales o la disponibilidad de las competencias necesariaspara trabajar con esa tecnología.
En todo caso, las competencias requeridas en los puestos de trabajo emergentes no son las mismas que las demandadas en los puestos de trabajo que están desapareciendo. Informaciones recientes de la base de datos Competencias para el Empleo de la OCDE (recuadro 3.1) (OECD, 2017[7]) muestran que la demanda por parte del mercado laboral de competencias cognitivas de nivel alto, como expresión oral y escrita, razonamiento o resolución de problemas complejos, ha incrementado en la última década, mientras que la demanda de competencias rutinarias y físicas ha descendido significativamente (gráfico 3.3).
Recuadro 3.1. Competencias para el Empleo de la OCDE (base de datos)
La base de datos Competencias para el Empleo de la OCDE es un instrumento clave para evaluar y anticipar las necesidades de competencias. Documenta la evolución de los desequilibrios de competencias en cuanto a déficit y superávit. Con este fin, la base de datos Competencias para el Empleo de la OCDE utiliza indicadores de rendimiento detallados por ocupación y una taxonomía de las competencias requeridas por ocupación. El grado de «presión en mercado laboral» para cada ocupación en cada país se evalúa mediante cinco medidores de desempeño, que comparan la trayectoria a largo plazo de una ocupación con la media del país en cuanto a salario, horario, empleo, desempleo e infracualificación. Un desempeño por encima de la media en cada uno de estos resultados se interpreta como una señal de déficit ocupacional, mientras que un desempeño por debajo de la media se interpreta como un superávit ocupacional. Después de estandarizar las cinco medidas de rendimiento relativo, se suman en un único índice de desequilibrio ocupacional para cada ocupación. En segundo lugar, el índice de desequilibrio ocupacional se relaciona con los requerimientos asociados con cada ocupación, con base en una taxonomía muy utilizada (O*NET) y se suma al nivel del país.
Fuente: OECD (2018[16]), OECD Skill for Jobs (base de datos),
www.oecdskillsforjobsdatabase.org.
Los cambios en la demanda de competencias provocados por la digitalización crean oportunidades para algunos trabajadores, mientras que a otros los hace más vulnerables. Los trabajadores con un nivel competencial alto tienen más probabilidades de beneficiarse, ya que sus competencias complementan la tecnología y pueden realizar tareas no rutinarias. En cambio, los trabajadores con un nivel de competencias bajo tienen más probabilidades de trabajar en puestos vulnerables a la automatización y también se enfrentan a una competencia cada vez mayor de trabajadores con un nivel competencial medio, cuyos trabajos han sido los más afectados por la transformación digital (Green, de próxima publicación[17]).
En consecuencia, durante las dos últimas décadas muchos países han experimentado una polarización del mercado laboral, una situación en la cual ha aumentado la proporción de empleos que requieren de un nivel de competencias alto y de algunos que requieren un nivel bajo, mientras que la proporción de empleos que requieren un nivel competencial medio ha descendido (gráfico 3.4) (OECD, 2017[6]).
La transformación digital también puede agravar las desigualdades entre ciudades/regiones, ya que los nuevos trabajos no se crean necesariamente en los mismos lugares en los que se han destruido otros empleos. Datos obtenidos de Estados Unidos demuestran que, desde la década de 1980, los trabajos nuevos en los que se usan ordenadores han aparecido con mayor frecuencia, principalmente, en áreas urbanas, que tienden a tener una mayor proporción de trabajadores con un nivel de competencias alto (Berger y Frey, 2016[19]). Al mismo tiempo, la tecnología facilita la adopción de prácticas laborales que aprovechen las TIC, como el trabajo a distancia.
Implicaciones de la transformación digital en las competencias necesarias para mejorar el bienestar
Las TIC son más que una infraestructura que puede facilitar el acceso a la información y a servicios públicos y privados. Afectan a la forma de interactuar, comunicarse, obtener información, aprender, comprar, participar en procesos democráticos y pasar el tiempo libre de las personas.
El comercio electrónico afecta al comportamiento y al uso del tiempo de los consumidores y está cambiando el sector minorista. Hoy en día, el tiempo que las personas pasan con sus teléfonos inteligentes y las implicaciones que esto puede tener en su vida social y en su bienestar se han convertido en cuestiones fundamentales.
En consecuencia, es fundamental que las personas desarrollen competencias adecuadas para acceder, filtrar y procesar información, realizar tareas que se pueden hacer por Internet y aprovechar las nuevas oportunidades que ofrece la era digital. Al mismo tiempo, es necesaria una mayor sensibilización para proteger la privacidad de las personas mediante la protección de datos. Si las personas cuentan con las competencias necesarias, la digitalización ofrece grandes posibilidades para la difusión del conocimiento y para mejorar la colaboración con el bien común, como la participación política y los servicios públicos.
Las competencias se están convirtiendo en un factor determinante para la brecha digital. A medida que el acceso a Internet se ha ido extendiendo a una gran parte de la población, la brecha digital se caracteriza cada vez más por el tipo de actividades que las personas pueden realizar en Internet y los resultados de su uso, por ejemplo, en cuanto a seguridad, privacidad y bienestar. Estos resultados se deben, principalmente, a las competencias de cada persona (Scheerder, van Deursen y van Dijk, 2017[20]).
La juventud, por delante de otros colectivos, lidera el uso de herramientas digitales. De media en los países miembros de la OCDE, en 2015 los estudiantes pasaron más de dos horas en Internet los días de la semana después de clase, y más de tres horas cada día del fin de semana (OECD, 2017[21]). Las tecnologías digitales pueden ayudar a la juventud a desarrollar y ampliar sus relaciones y redes personales. Participar en redes sociales fue la actividad de ocio en Internet más popular entre los jóvenes de los países miembros de la OCDE, seguida de chatear por Internet (OECD, 2017[21]). Más de la mitad de los chicos y chicas de quince años afirmaron que se sienten mal cuando no hay conexión a Internet disponible. Aunque la tecnología puede ser beneficiosa, también puede exponer a la juventud a peligros como el acoso a través de Internet.
Las políticas de competencias pueden ayudar a todas las personas a beneficiarse de la digitalización en su vida diaria, en un momento en el que el mal uso de las herramientas digitales puede poner en peligro las relaciones humanas e incluso dañar la democracia.
Globalización y cadenas de valor mundiales
Desde la década de 1990, el mundo ha entrado en una nueva fase de globalización. Las tecnologías de la información y la comunicación, la liberalización del mercado y los menores costes de transporte han permitido a empresas y países fragmentar el proceso de producción en cadenas de valor mundiales (CVM), con productos diseñados en un país, fabricados en otro y montados en otro. Para aprovechar los beneficios de las CVM, los países tienen que aplicar políticas bien diseñadas que desarrollen las competencias necesarias para que su población progrese en esta nueva era.
La escala de despliegue las CVM es significativa, tal y como evidencia el comercio, en cuanto a valor añadido, que distingue entre el valor de las exportaciones que se añade a nivel nacional y el que se añade en el extranjero. De media en los países miembros de la OCDE, cerca de un 40 % del valor de las exportaciones manufacturadas y el 20 % del valor de las exportaciones de bienes y servicios proviene del extranjero (gráfico 3.5).
Las CVM brindan a los trabajadores la oportunidad de poner en práctica sus competencias a nivel internacional, y a las empresas, la posibilidad de participar en procesos de producción que no podrían emprender por su cuenta. Como consecuencia, la demanda de algunas competencias puede disminuir a medida que se deslocalizan ciertas tareas y actividades, lo que expone a los trabajadores a una moderación o disminución salarial o incluso al desempleo a corto plazo. A largo plazo, sin embargo, la deslocalización permite que las empresas reorganicen y obtengan ganancias de productividad que pueden llevar a una creación de empleo añadida.
La digitalización ha tendido a ampliar la participación en las CVM y ha contribuido a configurar la demanda de competencias al permitir la segmentación de tareas que facilita su deslocalización. Al mismo tiempo, la combinación de una mayor integración global y de la digitalización está generando oportunidades de emprendimiento.
Implicaciones de las CVM en las competencias necesarias para el éxito económico
Los costes y los beneficios de las CVM son complejos. Las CVM aumentan las interconexiones entre países y, por tanto, la incertidumbre que rodea la demanda de competencias. La competitividad de un país puede verse afectada por los cambios en las políticas de competencias que se dan entre los socios comerciales, lo que aumenta la incertidumbre sobre la evolución de la demanda de competencias. En este contexto, es de suma importancia construir sistemas de evaluación y anticipación (SAA, por su sigla en inglés) que funcionen y permitan que los países reaccionen ante un mercado laboral y una demanda de competencias cambiantes (OECD, 2016[23]).
La participación en las CVM puede generar ganancias de productividad, pero las posibles ganancias dependen de la dotación de competencias de cada país (OECD, 2017[6]). La dotación de competencias de los países y las políticas relacionadas con las competencias pueden configurar su especialización en las CVM y sus oportunidades de especialización en industrias sofisticadas como los servicios empresariales complejos o las industrias de fabricación de alta tecnología.
Además, invertir en competencias (y en sistemas que anticipen las cambiantes demandas de competencias) puede proteger contra el posible impacto negativo de las CVM en el empleo y la desigualdad, debido a, al menos, tres motivos:
• Los trabajos que requieren un nivel de competencias alto están menos expuestos al riesgo de deslocalización, aunque cada vez lo está más.
• Hacer uso de cierto tipo de competencias en el trabajo (por ejemplo, las asociadas a tareas no rutinarias y las que implican un contacto personal) hace que los trabajadores sean menos vulnerables a la deslocalización.
• Desarrollar las competencias de los trabajadores de pequeñas y medianas empresas las ayuda a establecer relaciones con multinacionales y beneficiarse de las cadenas de valor mundiales.
Envejecimiento de la población
La disminución de las tasas de fertilidad y el aumento de la esperanza de vida están provocando el envejecimiento de la población en muchos países miembros de la OCDE. El gráfico 3.6 muestra que en 2050 se espera que la tasa de dependencia en la vejez (proporción de personas mayores con respecto a la población en edad de trabajar) aumente significativamente en la mayoría de los países miembros de la OCDE, lo que cambiará la composición de la población activa, de trabajadores jóvenes a trabajadores mayores (OECD, 2017[24]).
Según proyecciones recientes, este desarrollo demográfico reducirá las condiciones de vida en muchos países miembros de la OCDE (Guillemette y Turner, 2018[26]). En primer lugar, se estima que, entre 2018 y 2030, el aumento de la tasa de dependencia en la vejez reducirá alrededor de 0,25 puntos porcentuales el crecimiento del producto interior bruto (PIB) per cápita de la OCDE. En segundo lugar, el envejecimiento de la población también supone un obstáculo para la tasa de empleo agregada (el empleo como porcentaje de la población en edad de trabajar), ya que las personas mayores suelen tener una tasa de empleo más baja que las personas de mediana edad. Y, en tercer lugar, el envejecimiento de la población también requerirá de una mayor inversión en los sistemas sanitarios y de pensiones, lo que generará una presión financiera sobre otros ámbitos políticos, como pueden ser los relacionados con el desarrollo y el uso de competencias.
Estos cambios demográficos provocarán que sea importante invertir en las competencias de la población activa actual y futura. En la próxima década, es probable que la demanda de sustitución sea una fuente de oportunidades laborales clave en la mayoría de los países de la OCDE, ya que un gran número de personas de la generación del baby boom se jubilará, y esto puede generar un déficit de población activa cualificada. Al mismo tiempo, la reducción del tamaño total de la población activa tendrá que compensarse con un aumento de la productividad. Esto proporcionará un mayor impulso para garantizar que las personas desarrollen competencias que respondan a las necesidades de las ocupaciones más demandadas y que promuevan la productividad y la innovación.
Una sociedad envejecida también puede provocar cambios en las preferencias de consumo, lo que llevaría a una importante redistribución de la fuerza de trabajo y de los recursos entre sectores y ocupaciones, más alejados de los bienes duraderos y más próximos a los servicios. Esto también tendrá implicaciones en las competencias demandadas por el mercado laboral.
Implicaciones del envejecimiento de la población en las competencias necesarias para el éxito económico
Con el envejecimiento de la población, el crecimiento económico dependerá más del crecimiento de la productividad y de las tasas de participación de la población activa, en particular entre las mujeres y los trabajadores mayores. En las últimas décadas, las ganancias de productividad, que son el motor central de las mejoras a largo plazo de las condiciones de vida, se han desacelerado en la mayoría de las economías avanzadas, y últimamente, esta desaceleración se ha extendido a las economías emergentes (gráfico 3.7).
El aumento de la productividad depende en gran medida de la capacidad del país de innovar y de adoptar nuevas tecnologías, lo que requiere una oferta de talento con un nivel de competencias alto. Los trabajadores con mayor nivel competencial suelen ser más productivos y facilitan que las empresas introduzcan y difundan las tecnologías para mejorar la productividad y nuevas formas de trabajar (Hanushek y Woessmann, 2010[28]; OECD, 2011[29]). Aunque durante los últimos cincuenta años la entrada de trabajadores con un alto nivel de educación al mercado laboral haimpulsado significativamente la productividad, se prevé una desaceleración de la tasa de aumento de capital humano (Braconier, Nicoletti y Westmore, 2015[30]). En este contexto, la capacidad de las economías para mejorar las competencias de la población activa actual y para hacer uso del capital humano existente será cada vez más importante. Una vida laboral más larga también incrementará la importancia del aprendizaje a lo largo de la vidav. Las políticas de competencias deberán proporcionar a los trabajadores oportunidades equitativas para mejorar sus competencias, especialmente a los trabajadores con menos competencias y a los mayores, y reconocer mejor las competencias adquiridas a lo largo de la vida.
El desempeño de la productividad agregada no solo depende del nivel de competencias, sino también del ajuste entre oferta y demanda de competencias, dado que un mal ajuste lleva a una distribución de recursos menos eficiente. Se pueden conseguir ganancias significativas en la productividad laboral mediante un ajuste más eficiente entre las competencias de los trabajadores y las competencias necesarias para los empleos (Adalet McGowan y Andrews, 2015[31]). Reducir el desajuste de competencias amplía la reserva de población de la cual las empresas pueden conseguir trabajadores, lo que les permite innovar y crecer (gráfico 3.8). Las políticas para ajustar mejor las competencias serán fundamentales para aprovechar al máximo los avances tecnológicos y para aumentar el crecimiento de la productividad.
El desempeño de la productividad agregada no solo depende del nivel de competencias, sino también del ajuste entre oferta y demanda de competencias, dado que un mal ajuste lleva a una distribución de recursos menos eficiente. Se pueden conseguir ganancias significativas en la productividad laboral mediante un ajuste más eficiente entre las competencias de los trabajadores y las competencias necesarias para los empleos (Adalet McGowan y Andrews, 2015[31]). Reducir el desajuste de competencias amplía la reserva de población de la cual las empresas pueden conseguir trabajadores, lo que les permite innovar y crecer (gráfico 3.8). Las políticas para ajustar mejor las competencias serán fundamentales para aprovechar al máximo los avances tecnológicos y para aumentar el crecimiento de la productividad.
Implicaciones del envejecimiento de la población en las competencias necesarias para mejorar el bienestar
El envejecimiento de la población tendrá implicaciones en las competencias necesarias en el trabajo y en las competencias que las personas mayores necesitarán para participar en la sociedad de manera eficaz. La desaceleración del crecimiento del capital humano está generando una presión para garantizar que más personas desarrollan competencias de niveles más altos que están siendo demandadas y que serán necesarias para impulsar la productividad.
El envejecimiento de la población aumentará la demanda de ciertos productos y servicios (como la atención sanitaria y los servicios personales) que facilitarán el bienestar y la participación social de la población envejecida. Esto, a su vez, afectará al tipo de competencias que serán necesarias en el mercado laboral.
El aumento de la longevidad significará un aumento de la demanda entre las personas mayores para desarrollar competencias que les permitan participar en la sociedad de forma plena, como las competencias digitales, que facilitan la participación social y el acceso a servicios públicos básicos en un mundo digital.
Migraciones
Los flujos migratorios han aumentado durante las últimas décadas, y no se espera que los niveles actuales desciendan, debido a los grandes desequilibrios demográficos y económicos, los conflictos actuales y el cambio climático. En 2017, alrededor de 258 millones de personas de todo el mundo vivían fuera de su país natal, y aproximadamente, la mitad vivían en países miembros de la OCDE (OECD, 2018[32]). El crecimiento de las migraciones ha sido muy rápido: entre 1990 y 2017, el número total de migrantes internacionales aumentó en un 69 % (gráfico 3.9) (OECD, 2019[33]).
Dentro del grupo de nacidos en el extranjero, los refugiados son un grupo importante y creciente en muchos países. Muchos se esfuerzan por integrarse con éxito en el mercado laboral y en la sociedad.
Las migraciones dan lugar a sociedades más diversas y tienen implicaciones económicas importantes. Normalmente, las migraciones aumentan la población en edad de trabajar, y los migrantes pueden contribuir al crecimiento económico y al progreso tecnológico a largo plazo. Una condición para que esto suceda es que se haga un buen uso de sus competencias.
Implicaciones de las migraciones en las competencias necesarias para el éxito económico
Los migrantes están aumentando la oferta de competencias en muchos países de destino. El número de migrantes con estudios terciarios en países miembros de la OCDE se incrementó en un 70 % entre el año 2000 y el 2010. Este aumento es muy superior que el de la población nativa (OECD, 2017[6]). Por otro lado, existe la preocupación de que algunos migrantes no cuenten con el nivel de competencias que se espera según los títulos que poseen, y esto ha sido respaldado por datos empíricos (Sharaf, 2013[35]; Li y Sweetman, 2013[36]).
Los migrantes pueden llenar importantes nichos en la economía, tanto en sectores de rápido crecimiento como en sectores en declive (OECD, 2014[37]). Las migraciones pueden ayudar a impulsar la innovación y a estimular el crecimiento económico, pues los migrantes también son más emprendedores que los ciudadanos nativos. En la OCDE, el 12 % de los migrantes con empleo son trabajadores por cuenta propia, una proporción superior a la de los nativos (OECD/EU, 2018[38]).
Los migrantes también pueden aportar nuevas ideas y redes a sus nuevos países. Un estudio realizado en el Reino Unido descubrió que las compañías cuyos propietarios son nacidos en el extranjero tienen más probabilidades de introducir productos y servicios nuevos y de vender en el mercado internacional que las compañías cuyos propietarios nacieron en el Reino Unido (Nathan y Lee, 2013[39]). Además, al eliminar las barreras informativas y culturales entre su antiguo país y el nuevo, pueden generar oportunidades comerciales y estimular la inversión extranjera directa (OECD, 2017[6]).
Algunos países, especialmente en Europa del Este, están perdiendo cantidades significativas de personas con un buen nivel de competencias frente a países con mejores oportunidades laborales en Europa Occidental o en otros lugares. Esto está agravando la presión en relación con las competencias de las poblaciones más envejecidas de esos países. Como consecuencia, mientras que algunos países están sufriendo déficits de competencias agravados por la emigración, otros países receptores se están beneficiando de un dividendo de competencias.
Al mismo tiempo, muchos países miembros de la OCDE (especialmente los de Europa) han estado recibiendo un gran número de migrantes con un nivel de competencias relativamente bajo. Esto está sucediendo al mismo tiempo que las necesidades de competencias de esas economías están aumentando. Muchos de los países que han recibido a muchos migrantes con un nivel competencial bajo antes de la crisis económica mundial (como España, Grecia o Italia) tienen ahora un gran número de adultos con pocas competencias en el desempleo. Los migrantes con competencias de nivel bajo se vieron especialmente afectados, lo que pone sobre la mesa la cuestión de la empleabilidad.
Implicaciones de las migraciones en las competencias necesarias para mejorar el bienestar
Unos centros educativos que funcionen bien pueden ayudar a la juventud migrante y refugiada a comprender, adaptarse y aceptar su nueva sociedad (OECD, 2018[32]). En cambio, sin apoyo ni liderazgo, los centros educativos pueden agravar la división y aumentar la marginación y el aislamiento. Para los migrantes adultos son necesarios sistemas de aprendizaje específicos para adultos que los ayuden a aprender idiomas y otras competencias que les permitan ser miembros productivos y comprometidos con la sociedad.
Es importante entender el impacto de las migraciones para generar debates constructivos sobre su papel en la sociedad. Estos debates, a su vez, son fundamentales para diseñar políticas en ámbitos como la educación y el empleo que maximicen los beneficios de las migraciones, especialmente mediante la mejora de la situación laboral de los migrantes (OECD, 2014[37]). Por ejemplo, las estructuras para evaluar e identificar las competencias de los migrantes son importantes para que encuentren trabajos que se correspondan con sus competencias y, por tanto, faciliten su integración exitosa.
Las megatendencias tienen una serie de implicaciones importantes en las competencias que los países necesitan en el futuro y en la forma en que se distribuyen, desarrollan y utilizan
Competencias para el futuroEn un mundo caracterizado por el cambio acelerado y la incertidumbre, gobiernos, personas, empresas y sindicatos deberán asumir una mayor responsabilidad para garantizar que las personas aprendan y desarrollen sus competencias a lo largo de la vida. Un mayor compromiso con el aprendizaje protegerá el empleo y la participación de las personas en la sociedad. El desarrollo de un amplio conjunto de conocimientos, competencias, actitudes y valores permitirá que las personas sean trabajadoras competentes y ciudadanas comprometidas. Los gobiernos pueden desempeñar un papel importante en la promoción del aprendizaje a lo largo de la vida para reducir la desigualdad de oportunidades a lo largo de la vida.
El desarrollo de competencias efectivas implica la movilización de conocimiento, competencias, actitudes y valores para satisfacer demandas complejas. Entre esos conocimientos, competencias, actitudes y valores que serán cada vez más importantes para el éxito en el trabajo y en la sociedad se encuentran:
• Competencias básicas, como la comprensión lectora y las competencias matemática y digital, que habrá que dominar a un nivel alto para adaptarse a los cambios laborales y sociales. Las personas que cuenten con competencias básicas sólidas estarán mejor posicionadas para adquirir conocimientos nuevos y desarrollar otras competencias, como las competencias analíticas, sociales y emocionales, y estarán preparadas para seguir aprendiendo a lo largo de la vida.
• Competencias cognitivas y metacognitivas transversales, como el pensamiento crítico, la resolución de problemas complejos, el pensamiento creativo, la competencia de «aprender a aprender» y el autocontrol, son necesarias no solo para responder a los desafíos del futuro, sino para mejorar el futuro.
• Competencias sociales y emocionales, como la concienciación, la responsabilidad, la empatía, la autosuficiencia y la colaboración, que ayudan a crear sociedades más amables, agradables y tolerantes.
• Conocimientos y competencias profesionales, técnicos y especializados, necesarios para satisfacer las demandas de ocupaciones especificas, pero también para ser aplicables, con el suficiente potencial de transferencia, en nuevos campos aún desconocidos.
La mayoría de los sistemas de competencias (que incluyen no solo la educación formal, sino también el aprendizaje no formal e informal en el hogar, en la comunidad y en el trabajo) tienen dificultades para preparar a los estudiantes para el futuro en un mundo tan impredecible, especialmente porque cada vez es más fácil automatizar las competencias cognitivas comunes y, sin embargo, se siguen enseñando en los sistemas de educación.
Otra de las preocupaciones clave de los países miembros de la OCDE es capacitar a los estudiantes con un amplio conjunto de competencias necesarias para un mundo cambiante. El proyecto Educación 2030 destaca los esfuerzos actuales para identificar las «competencias transformadoras» que abordarán la necesidad de que la juventud sea más innovadora y responsables en un mundo complejo, así como las formas de incorporar esas competencias en el currículo educativo (OECD, 2018[40]).
La necesidad de un enfoque de aprendizaje a lo largo de la vida
El veloz ritmo al que están cambiando el mundo laboral y la sociedad está forzando a los países a redefinir los objetivos de las políticas de competencias y su contribución al desarrollo de las competencias de las personas a lo largo de la vida.
Tradicionalmente, la educación consistía en un periodo durante la infancia y la juventud en el que se adquiría la mayoría de las competencias y se lograba la especialización. Después de este periodo, las personas mejoraban un poco sus competencias en el puesto de trabajo a través del aprendizaje formal, no formal e informal. Este modelo es cada vez más insostenible en un mundo de rápidos cambios tecnológicos, económicos y sociales, donde se requiere que las personas «aprendan a aprender» a adaptarse a un panorama en constante cambio, en el que el aprendizaje para adultos se vuelve de suma importancia.
Participar en el aprendizaje para adultos brinda a las personas la oportunidad de actualizar y perfeccionar sus competencias de acuerdo con las demandas cambiantes del mercado laboral. Sin embargo, según los datos de PIAAC, solo el 41 % de los adultos de los países miembros de la OCDE analizados participa en el aprendizaje para adultos formal o no formal en cualquier año. Además, tienen menos probabilidades de participar los adultos que más se beneficiarían de la educación y la formación, como los adultos poco cualificados, los desempleados de larga duración o las personas cuyos trabajos están en alto riesgo de automatización. Otro grupo importante que muchas veces está infrarrepresentado en el aprendizaje para adultos es el de las personas con formas de empleo atípicas: trabajadores por cuenta propia, temporales o a tiempo parcial. Garantizar una participación alta en el aprendizaje para adultos debe encabezar la agenda de los gobiernos, empleadores, agentes sociales y proveedores de aprendizaje para adultos que quieran configurar un futuro laboral más productivo e inclusivo.
Hasta ahora, muy pocos países han aplicado políticas de aprendizaje a lo largo de la vida eficaces y, de hecho, la mayoría se han dirigido principalmente a adultos con un nivel de competencias alto. Implicar al 59 % de los adultos que actualmente no participa en la educación y formación es una importante tarea para todos los agentes implicados, ya que la mayoría no tienen interés ni motivación para hacerlo. Entre los países miembros de la OCDE que participaron en la encuesta de PIAAC, en cualquiera de los años, el 48 % de los adultos ni participa ni quiere participar en programas de aprendizaje para adultos. Dado que el aprendizaje para adultos es uno de los elementos clave para que la población activa se prepare para las necesidades de competencias cambiantes, será fundamental encontrar formas efectivas para motivar a esta parte de la población y hacer que participe en los programas de educación y formación. La falta de motivación es especialmente importante entre las personas con un nivel de competencias bajo, y es probable que esto se deba a una combinación de poca disposición al aprendizaje, falta de comprensión de los beneficios que pueden obtener de la formación y la percepción de que las barreras existentes para participar son insalvables.
Son necesarias mejores políticas para fomentar modelos de gobernanza, una gestión de la información y mecanismos de financiación nuevos que tengan en cuenta el papel de los diferentes agentes, prestando más atención a los proveedores institucionales no tradicionales y a los entornos de aprendizaje. Los esfuerzos políticos también deben centrarse en las personas que quieren aprovechar (aún más) las oportunidades de aprendizaje, pero se enfrentan a una serie de obstáculos para poder hacerlo. De media, el 33 % de las personas que participa en el aprendizaje para adultos vinculado a un empleo quiere ampliar sus oportunidades de aprendizaje, pero no lo hace por diferentes motivos. A su vez, el 11 % de las personas que no participan en el aprendizaje a lo largo de la vida vinculado a un empleo, en realidad, querría participar en oportunidades de aprendizaje.
Por último, dado que se está aprendiendo mucho en el puesto de trabajo, es fundamental que los empleadores colaboren en el diseño, la aplicación y la financiación de oportunidades de desarrollo de competencias para que los sistemas de aprendizaje a lo largo de la vida tengan éxito. Es especialmente importante implicar a las pequeñas y medianas empresas, ya que constituyen la amplia mayoría de las empresas del mundo, pero también es un desafío debido a su capacidad más reducida para planificar, financiar y ofrecer formación.
Convertir los sistemas de educación en sistemas de aprendizaje a lo largo de la vida requiere un cambio de los modelos de educación tradicionales que se centran en etapas concretas, principalmente en la educación primaria, secundaria y terciaria, hacia unos modelos de aprendizaje que también inviertan de forma considerable en la educación y atención a la primera infancia y en el aprendizaje para adultos.
La importancia y los medios para adoptar un enfoque de aprendizaje a lo largo de la vida se analizan en mayor profundidad en el Capítulo 4. Desarrollar las competencias necesarias a lo largo de la vida, y en el Capítulo 6. Fortalecer la gobernanza de los sistemas de competencias.
La necesidad de generar oportunidades y resultados más equitativos
Los resultados desiguales en las competencias entre los grupos de población son un importante
impulsor de la desigualdad y debilitan la cohesión social (OECD, 2015[41]). Los datos de PISA y de
PIAAC muestran que las diferencias en la situación socioeconómica contribuyen a ampliar la brecha
en el dominio de competencias entre los quince y los veintisiete años, especialmente entre los
alumnos con bajo desempeño (Borgonovi et al., 2017[42]).
Cuando los peores resultados se concentran en ciertos grupos, como las personas de origen socioeconómico bajo y las inmigrantes, pueden generarse tensiones y situaciones de marginación social. Tener de media un nivel alto de competencias no es de por sí «suficientemente bueno», ya que puede esconder diferencias subyacentes entre grupos. Es fundamental buscar activamente la equidad y la calidad educativa, así como la adquisición de competencias para garantizar que todas las personas pueden participar de forma plena en la economía y en la sociedad. Tal y como muestran todas las encuestas internacionales, estos objetivos no son excluyentes (OECD, 2013[43]; OECD, 2016[8]).
Reducir las desigualdades de género en los resultados relacionados con las competencias
Las políticas dirigidas a reducir la desigualdad de oportunidades entre niños y centros educativos son importantes para garantizar que todos los jóvenes cuentan con las competencias que necesitan para tener una carrera exitosa y que les permitan aprovechar el impacto de la tecnología en un mundo laboral cambiante. Estas políticas deben dirigirse a los grupos más vulnerables de nuestras sociedades: personas en situación de abandono escolar, personas que ni estudian ni trabajan, ni reciben formación (ninis), jóvenes en el desempleo, parados de larga duración y adultos con un nivel bajo de competencias. Abordar los obstáculos en el aprendizaje para adultos, especialmente para las personas con un bajo nivel competencial, requiere un trabajo en diferentes frentes, como el aumento de incentivos para la inversión en formación, el desarrollo de mecanismos que permitan la transferencia de derechos de formación entre empleadores, el fomento de la motivación y la eliminación de restricciones temporales o de otro tipo.
La dimensión de género merece una especial atención. La publicación 2013 OECD Recommendation of the Council on Gender Equality in Education, Employment and Entrepreneurship (Recomendaciones del Consejo de la OCDE sobre Igualdad de Género en Educación, Empleo y Emprendimiento de 2013) recomienda promover la igualdad de género en los resultados educativos de forma que se garantice que niños y niñas tienen el mismo acceso a una educación de buena calidad y los mismos derechos y oportunidades para completar sus estudios con éxito, así como la igualdad de género en las elecciones educativas (OECD, 2017[44]).
Los datos de PISA 2015 resaltan que, en la actualidad, los niños y las niñas tienen un nivel competencial similar en ciencias. Sin embargo, entre los estudiantes con mejores resultados aparecen las diferencias de género en favor de los niños, si bien las niñas, por lo general, tienen menos probabilidades de estar entre los estudiantes con peores resultados. Estas diferencias se suman a las desigualdades de género, una vez más, en favor de los niños, en el desempeño en matemáticas entre los estudiantes con los resultados más altos, reforzado por el hecho de que muchas niñas tienen actitudes negativas con respecto a sus habilidades matemáticas, y afirman sufrir altos niveles de ansiedad producida por las matemáticas (OECD, 2015[45]).
Esto puede tener implicaciones importantes no solo en la educación superior, donde las mujeres ya están infrarrepresentadas en los campos de estudio de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (CTIM), sino también cuando lleguen al mercado laboral. En los países miembros de la OCDE, en 2015, las mujeres solo representaron el 30 % del conjunto de estudiantes que obtuvieron un título de educación terciaria en ámbitos relacionados con las ciencias naturales, la ingeniería o las TIC (OECD, 2017[6]). Además, las mujeres solo representan el 30 % de las personas con una titulación terciaria en estudios relacionados con las TIC, un ámbito especialmente relevante en la era digital.
Los responsables políticos de la OCDE son cada vez más conscientes de los estereotipos de género presentes en los centros educativos y en los hogares, así como del efecto que pueden tener en las futuras elecciones educativas o profesionales. Por ello, muchos países han comenzado a esforzarse para abordar estos estereotipos y eliminar esa brecha.
Detener la creciente desigualdad de ingresos
La desigualdad de ingresos está considerada como uno de los mayores desafíos de la actualidad, ya que debilita el apoyo a la globalización e incluso la confianza en las instituciones democráticas. Durante las últimas tres décadas, la desigualdad de ingresos ha aumentado en los países miembros de la OCDE, con un patrón general de aumento de la riqueza en las clases altas y un estancamiento en las clases bajas (OECD, 2017[46]). En los países miembros de la OCDE, a mediados de la década de 1980, el 10 % de las personas con más ingresos ganaron siete veces lo que ingresaban el 10 % que menos ganaba, lo que se incrementó hasta diez veces a mediados de la década de 2010. El coeficiente de Gini para la región aumentó durante el mismo periodo. En las economías emergentes se dan más contrastes: desde la década de 1990, la desigualdad de ingresos ha aumentado en China y en Sudáfrica, pero ha descendido (aunque desde niveles altos) en varias de las grandes economías de América Latina, como Chile y México.
La creciente desigualdad de ingresos refleja, en parte, la creciente demanda laboral de trabajadores con un nivel de competencias alto, impulsada por el cambio tecnológico y la globalización (Card y Dinardo, 2002[47]; Goldin y Katz, 2007[48]; Acemoglu y Autor, 2011[49]). Para abordar la desigualdad, las políticas de competencias deben apoyar a las personas para que desarrollen las competencias más demandadas en la economía. Se debe prestar especial atención a la mejora del nivel de competencias de los trabajadores que cuentan con un nivel competencial bajo, quienes necesitan oportunidades para desarrollar, mantener y mejorar sus competencias con el fin de reducir el riesgo de quedarse estancados en trabajos que requieren un nivel de competencias bajo o de quedarse en el desempleo, y para poder responder a la cambiante demanda de competencias en los empleos actuales y futuros. Todo esto es especialmente difícil, ya que los trabajadores con un nivel bajo de competencias suelen participar menos en las actividades de aprendizaje para adultos (OECD, 2016[8]). Se puede animar a que esos trabajadores participen en actividades de aprendizaje para adultos a través de la formación en el trabajo, que está específicamente dirigida a ellos, y permitiendo que las competencias adquiridas en esa experiencia laboral se puedan certificar.
En los capítulos 4. Desarrollar las competencias necesarias a lo largo de la vida, 5. Usar las competencias de manera eficaz en el trabajo y en la sociedad, y 6. Fortalecer la gobernanza de los sistemas de competencias, se analizan en mayor profundidad la importancia y los medios para desarrollar oportunidades y conseguir resultados en materia de competencias más equitativos.
La necesidad de hacer un mejor uso de la tecnología como vía de aprendizaje
La próxima publicación OECD Skills Outlook 2019 (Perspectivas de las competencias de la OCDE de 2019) sostiene la importancia de hacer un mejor uso de la tecnología como vía de aprendizaje. Las nuevas tecnologías pueden mejorar el aprendizaje y ayudar a desarrollar las competencias para el siglo xxi. Muchos de los nuevos enfoques pedagógicos hacen uso de las nuevas tecnologías. Las herramientas digitales favorecen la enseñanza personalizada y permiten a los estudiantes progresar a su propio ritmo y a los docentes dedicar más tiempo al alumnado con mayores dificultades. La tecnología cambia el contenido y las fuentes de conocimiento: los libros de texto tradicionales y el currículo pueden complementarse con software educativo, cursos en Internet y libros de textos digitales. Estos recursos amplían las posibilidades de los jóvenes para encontrar información y poner en práctica las competencias digitales requeridas para hacer un uso sostenible de las nuevas tecnologías (OECD, 2016[12]). En los diferentes niveles de la educación, los nuevos dispositivos digitales permiten el intercambio de prácticas docentes y una recopilación de datos de estudiantes más rápida y sencilla para facilitar una retroalimentación más ágil y mejor orientada al estudiante, así como la difusión en tiempo real de la enseñanza, incluso en zonas aisladas (OECD, 2019[3]).
De forma más general, las herramientas digitales amplían el universo del aprendizaje más allá de las premisas físicas de las instituciones de educación y formación. En concreto, los trabajadores pueden aprender durante el trabajo con más facilidad a través de Internet y los empleadores pueden proponer programas de formación en línea que se pueden ajustar para trabajar en función de las limitaciones temporales. Los cursos en línea, masivos y abiertos (conocidos como MOOC) ofrecen nuevas oportunidades de aprendizaje y pueden utilizarse como una forma para que estudiantes o trabajadores indiquen o desarrollen intereses o conocimientos específicos.
Sin embargo, la información en relación con el impacto del uso de la tecnología en los centros educativos sobre el rendimiento de los estudiantes han sido diversas. La inversión en TIC en forma de ordenadores, tabletas o conexiones a Internet no se ha traducido en un mayor rendimiento académico para los estudiantes, a pesar que de esas inversiones no redujeron los recursos asignados a otros gastos educativos (Bulman y Fairlie, 2016[50]). Esto sugiere que la forma de utilizar la tecnología es importante: tanto estudiantes como docentes deben estar motivados y preparados para utilizar la tecnología de modo que tenga un impacto positivo en el aprendizaje.
Los datos disponibles sugieren que la educación abierta y, más en concreto, los MOOC puede facilitar el aprendizaje a lo largo de la vida de los trabajadores (OECD, 2019[3]). La educación abierta es utilizada, principalmente, por quienes compaginan trabajo y educación formal (Goodman, Melkers y Pallais, 2016[51]). Muchos proveedores de plataformas de MOOC han comenzado a explorar los MOOC para el desarrollo profesional, y ya hay algunos ejemplos exitosos en este ámbito (Music, 2016[52]). Sin embargo, todavía no se han explotado plenamente las posibilidades que los MOOC pueden ofrecen a las empresas para formar a sus trabajadores. Además, aunque en general se puede acceder a la educación abierta y a los MOOC de forma gratuita, los patrones de participación parecen reproducir los de la participación en la educación y formación para adultos estándar, ya que los adultos con un alto nivel de educación y de competencias son los que tienen más probabilidades de participar (OECD, 2019[3]).
Por último, las personas necesitan una variedad de competencias para beneficiarse de las oportunidades de aprendizaje que ofrece la tecnología. Por ejemplo, participar en un MOOC puede requerir una buena competencia en TIC, así como competencias de gestión de tiempo y la capacidad de ser un estudiante con automotivación. La búsqueda de empleo en Internet puede ser más efectiva, en especial para adultos que han estado fuera del mercado laboral durante mucho tiempo, siempre que se complemente con competencias de orientación profesional efectivas (OECD, 2019[3]).
En los capítulos 4. Desarrollar las competencias necesarias a lo largo de la vida, y 6. Fortalecer la gobernanza de los sistemas de competencias, se analiza con más detalle las posibilidades para aprovechar la tecnología como una vía de aprendizaje.
0 comentarios